Cuando tengo el pelo atado es mucho mejor. Es más cómodo. Te digo que me siento otra. Es mejor porque sino siento que soy la reencarnación de Kurt Cobain – aunque murió después de que yo naciera- creo que Cobain se me metió en el cuerpo; y nunca me peino. Y después venís vos o cualquiera y me tocan el pelo y me dicen Podrías peinarte, se te van a hacer rastas, tenés un nido ahí, que onda?. Acto seguido te digo o le digo, yo no me peino, debería hacerlo (pero no, no debería, porque me creo que tengo a Cobain adentro). A veces me gusta sentirme del Grunge ( que ni sé que es, pero así le dicen a la onda de los jean gastados, la camisita a cuadros y los alaridos melancólicos supongo). Me gusta caminar por la calle y que se me acerque alguien y mirarlo con cara de “ no me mires, no ves que soy K. C.” Y despeinarme más y ver menos. Pero después me acuerdo: no… Vos sos una señorita. Queremos ser prolijos. Basta de ser una cosa viscosa caminando por ahí, te quiero limpita y arreglada; y me gusta bastante.
Igual no sé porque me elegí un personaje tan pedorro como K.C.

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